Manuel Castells y Peter Hall, en su libro 'Las Tecnópolis del mundo: la formación de los complejos industriales del siglo XXI', utilizan el término tecnópolis para describir una zona empresarial donde se concentran industrias de alta tecnología estrechamente vinculadas con centros de investigación y desarrollo y en las que trabaja un personal altamente especializado. En España son los parques científicos y tecnológicos los que quieren apropiarse del término.
La APTE (Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España), con 47 socios (los dos murcianos entre ellos) y 33 afiliados, preocupada por el acercamiento ciudadano al mundo de la ciencia, la tecnología y la innovación, ha publicado 'Los sistemas de divulgación de la ciencia y la tecnología en los Parques Científicos y Tecnológicos Españoles', con objeto de informar qué se hace desde las 20 tecnópolis participantes en el estudio.
En palabras de Steven Pinker «la sociedad apreciaría mucho más los prodigios de la ciencia y la tecnología si más científicos compartieran su entusiasmo con el público y se tomaran en serio el duro trabajo de hacerlo accesible», palabras que toma el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para presentar los objetivos que se persiguen desde su Área de Cultura Científica. Las tecnópolis hacen suya la filosofía del CSIC, tratando de lograr cotas crecientes de implicación y complicidad de la sociedad en la actividad científica, a través de un flujo permanante de información en los dos sentidos: desde los centros de generación de conocimiento hacia el ciudadano, y viceversa. Para ello es crucial encontrar la manera de escuchar a la sociedad, promoviendo contactos en ambas direcciones, fomentando la comprensión y la participación de todos en la empresa científica como fenómeno social.
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