"Uno de los lamentos más habituales de la Comunicación Pública es, con diferencia, la baja participación de los usuarios. Foros, blogs y encuestas languidecen en la web oficial mientras fuera, en el inmenso océano cibernético que se extiende más allá de la Administración, fluyen alegremente las recomendaciones, los comentarios y las opiniones.leer más>
En cierta forma, es difícil no asumir la responsabilidad del naufragio. Cuando políticos y gestores institucionales han decido confiar al fin en Internet, después de años de no pocos recelos, los ciudadanos han optado en el último momento por dejarnos a solas con nuestros indicadores, con todo el banquete ya pagado y con las caras aún estupefactas del Consejo de Dirección.
La pregunta, entonces, es cómo explicar las causas del desastre. ¿Decimos lo que, quizá, esperan escuchar nuestros dirigentes? ¿Que la comunidad en la que participamos es independiente, perezosa a veces y, por lo general, no está todo lo sensibilizada que debiera para comprender “nuestra misión”? Desde luego, esa sería la opción más sencilla pero no lo más sincera, ni tampoco la más útil o inteligente."
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